Anna y Paolina Giraud

Vivaldi restableció sus contactos con la Pietà en 1723, con el compromiso de escribir para el Instituto dos conciertos al mes. Posteriormente, en las obras de Vivaldi representadas en Venecia, aparece como primadonna la joven Anna Giraud. Hizo su debut muy joven en 1724-25 en el San Moisè y en el Sant’Angelo en 1726-28, donde cantó en la ópera de Vivaldi Dorilla. Tuvo mucho éxito y pronto se convirtió en discípula y amiga de Antonio, cantando en sus obras, pero también viajando y, durante un tiempo, viviendo con él.

Una situación algo embarazosa para un sacerdote católico, a pesar de las frecuentes afirmaciones de inocencia sobre su relación. No existen (hasta hoy) retratos seguros de Anna, pero Carlo Goldoni la describe como “bella y graciosa”, con bonitos cabellos y una figura elegante. Su voz de mezzosoprano no era ni fuerte ni especialmente hermosa, pero sabía actuar muy bien, algo inusual para la época.

En resumen, se convirtió en una pequeña estrella, muy unida a Vivaldi, junto con su hermana mayor Paolina, quien probablemente lo cuidaba debido a sus condiciones de salud. Entre Antonio y Anna había unos treinta años de diferencia. Siempre junto a Vivaldi, se pierden las huellas de las hermanas Giraud precisamente en el último y definitivo viaje a Vienna.